Elvira Palomo
Washington, 20 dic (EFE).- El mundo no se acabará en 2012 tal y como anuncian algunas páginas web de mal agüero, que aprovechan el fin del calendario maya para predecir una serie de catástrofes pero que los científicos de la NASA desmienten tajantemente.
La fecha marcada en rojo es el 21 de diciembre de 2012, día en el que se producirá el solsticio anual de invierno, se alinearán el Sol y la Tierra y concluirá un ciclo de más de 5.000 años del antiguo calendario Maya.
Libros y numerosas películas de Hollywood, como "2012" de Roland Emmerich, advierten del cataclismo que se avecina. Sin embargo, según los científicos de la NASA no pasará más que cuando el 31 de diciembre acabe este año.
"Esa fecha es el fin del largo periodo de la cuenta maya pero entonces, igual que nuestro calendario comienza de nuevo el 1 de enero, comenzará otro periodo en el calendario Maya", aseguran.
Ante la avalancha de teorías apocalípticas que han surgido en internet, la agencia espacial estadounidense ha puesto a disposición del público una batería de respuestas de sus expertos y enlaces a otras páginas para despejar cualquier duda.
Las predicciones fatídicas tienen su origen en la historia del supuesto descubrimiento por los sumerios del planeta Nibiru, que se predijo que impactaría en la Tierra en mayo de 2003. Pero como no sucedió nada, la fecha se pospuso a diciembre de 2012.
Pero la NASA asegura que nada malo le va pasar a la Tierra en 2012. "Nuestro planeta se las ha apañado bien durante más de 4.000 años y científicos fiables de todo el mundo no conocen amenaza alguna asociada con 2012".
No es de la misma opinión Robert Bast, autor de la página Survive2012.com, que advierte de peligros como el impacto de un asteroide gigante como el que extinguió a los dinosaurios, una eyección gigante de masa solar, un cambio en los campos magnéticos de los polos o una explosión de un agujero negro, por citar algunos.
Otras páginas como 2012endofdays.org o December212012.com (que comercializa libros y dvds que dibujan un escenario dantesco al tiempo que vende sets de supervivencia) auguran desde la tercera Guerra Mundial hasta una profecía bíblica.
"No hay ninguna evidencia de que alguna de esas afirmaciones que apoyan que acontecerán una serie de eventos inusuales en diciembre de 2012 (...) por más que haya libros, películas, documentales o paginas de internet (que hablen sobre el tema) no podemos cambiar ese simple hecho", apuntan los científicos.
La Tierra siempre está rodeada de cometas y asteroides. El último impacto de un gran asteroide fue el que causó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años, pero hoy día un departamento de la NASA se encarga de hacerles un seguimiento y detectar si la Tierra está en la trayectoria de alguno de ellos.
"Niribu y otras historias sobre planetas desorbitados son un engaño de internet. No hay datos consistentes sobre esas teorías", explica la agencia espacial.
La NASA precisa a los más incrédulos que si Niribu o cualquier otro planeta que fuera real se encaminara hacia la Tierra, los astrónomos lo llevarían siguiendo, al menos, una década. Es más, se vería a simple vista desde la Tierra.
Otro de los planetas supuestamente peligrosos es Eris, un planeta enano como Plutón, ubicado fuera de nuestro sistema solar, por lo que lo más cerca que puede llegar a la Tierra son unos 6.400 millones de kilómetros.
Sobre las advertencias de fuertes tormentas solares, explican que el Sol tiene ciclos regulares de máximo de actividad cada 11 años que pueden causar interrupciones de las comunicaciones satelitales, algo en lo que trabajan desde hace años los ingenieros de todo el mundo para protegerlos. El próximo máximo está previsto entre 2012 y 2014 pero no auguran que sea diferente a los ciclos anteriores.
"Disfruta de un buen libro o de una película como cualquier otro pero lo que está circulando en el ciberespacio, la televisión y las películas no está basado en ciencia. Hay incluso notas de prensa de la NASA falsas", advierte Don Yeoman, miembro del equipo de investigadores científicos de la agencia espacial. EFE