Un Ejemplo de Amor (Madre Hondureña)
Si concedieran un premio para una madre hondureña esforzada, Sonia
Marielena Hernández se lo ganaría con su arduo trabajo en una pequeña
bloquera de la colonia Unión y Esfuerzo, en el extremo noroeste de
Comayagüela.
La mujer, de manos callosas y piel curtida por el sol, se echó al hombro la manutención de sus hijos pequeños, luego que su compañero de hogar, José Carmona, quedó postrado por una afección severa en los riñones.
Siempre está puntual en un puesto de trabajo, donde muchos hombres han tirado la toalla.
De momento, devenga un sueldo, pero sueña con fundar su propia empresa: “Hermanos Carmona”, nombre que repite con inspiración, mientras empuña una pala y bate cemento con arena.
CAUSA ADMIRACIÓN
Causa admiración en ese sector capitalino porque trabaja a la par de su hija adolescente, Marjorie Fabiola y el pequeño Wilmer Andonie de unos 13 años. “Les enseño a trabajar para que salgan adelante, estudien y sean de provecho el día de mañana”, afirma.
La abnegada madre recuerda que emprendió el trabajo por necesidad, desde que su hijo pequeño tenía un año. “Ya tengo una maquinita que saqué fiada, después que no hallaba trabajo”, cuenta.
A sus 40 años, esta madre de cinco hijos fabrica diariamente un promedio de 500 bloques. “Lo mejor de este trabajo es que estoy viendo a mis hijos”, se alegra.
Ella demuestra su vasta experiencia cuando empuja la carreta llena con arena, que luego mezcla con agua y cemento. “Para sacar bloques sólidos se necesita darle por lo menos cuatro vueltas a la mezcla”, apunta. “Estoy capacitada para hacer más de 800 bloques diarios”, revela.
Sus retoños ayudan desde batir cemento con arena y llevar esa mezcla a una máquina de compactación, presionada con fuerza contra un molde.
El bloque fresco se pone a secar al sol, con el cuidado de regarlo durante tres días, hasta que está listo para la venta.
Los bloques elaborados por Sonia Marielena se venden como “pan caliente”, al punto que incluso clientes y particulares se detienen para admirar su destreza y espíritu de lucha.
“Estoy arriba desde las 5:00 de la madrugada”, comenta, mientras aconseja a madres jóvenes solteras que sean ejemplo para sus hijos.
“DEJAR LA PENA”
“Mientras tengan salud perfectamente pueden trabajar, todo es dejar la pena. Míreme a mí que no me importa ensuciarme con cemento, al final del día tendré el sustento para mi hogar”, destaca.
La jovencita Marjorie está por culminar la carrera de Mercadotecnia que estudia a distancia en el Instituto Superación San Francisco, en Comayagüela.
Reconoce que el trabajo es pesado, pero le motivan los consejos de su madre. “Ella me dice: Luchemos hija, no importa que estemos con esta pala, el día de mañana quiero verla graduada administrando su propia empresa”, cuenta.
“Mi mami es un gran ejemplo, me ha enseñado a luchar y ganarme la vida. Un día se hará realidad su sueño, dar trabajo en nuestra empresa”, anhela.
El sol se apaga detrás de los cerros que circundan la colonia Unión y Esfuerzo, pero en el rostro de esta madre campeona y sus hijos resplandece un espíritu de lucha y superación. (WH)
Fuente: LaTribunahn
Puedes encontrar mas noticias de Honduras en la sección Noticias
La mujer, de manos callosas y piel curtida por el sol, se echó al hombro la manutención de sus hijos pequeños, luego que su compañero de hogar, José Carmona, quedó postrado por una afección severa en los riñones.
Siempre está puntual en un puesto de trabajo, donde muchos hombres han tirado la toalla.
De momento, devenga un sueldo, pero sueña con fundar su propia empresa: “Hermanos Carmona”, nombre que repite con inspiración, mientras empuña una pala y bate cemento con arena.
CAUSA ADMIRACIÓN
Causa admiración en ese sector capitalino porque trabaja a la par de su hija adolescente, Marjorie Fabiola y el pequeño Wilmer Andonie de unos 13 años. “Les enseño a trabajar para que salgan adelante, estudien y sean de provecho el día de mañana”, afirma.
La abnegada madre recuerda que emprendió el trabajo por necesidad, desde que su hijo pequeño tenía un año. “Ya tengo una maquinita que saqué fiada, después que no hallaba trabajo”, cuenta.
A sus 40 años, esta madre de cinco hijos fabrica diariamente un promedio de 500 bloques. “Lo mejor de este trabajo es que estoy viendo a mis hijos”, se alegra.
Ella demuestra su vasta experiencia cuando empuja la carreta llena con arena, que luego mezcla con agua y cemento. “Para sacar bloques sólidos se necesita darle por lo menos cuatro vueltas a la mezcla”, apunta. “Estoy capacitada para hacer más de 800 bloques diarios”, revela.
Sus retoños ayudan desde batir cemento con arena y llevar esa mezcla a una máquina de compactación, presionada con fuerza contra un molde.
El bloque fresco se pone a secar al sol, con el cuidado de regarlo durante tres días, hasta que está listo para la venta.
Los bloques elaborados por Sonia Marielena se venden como “pan caliente”, al punto que incluso clientes y particulares se detienen para admirar su destreza y espíritu de lucha.
“Estoy arriba desde las 5:00 de la madrugada”, comenta, mientras aconseja a madres jóvenes solteras que sean ejemplo para sus hijos.
“DEJAR LA PENA”
“Mientras tengan salud perfectamente pueden trabajar, todo es dejar la pena. Míreme a mí que no me importa ensuciarme con cemento, al final del día tendré el sustento para mi hogar”, destaca.
La jovencita Marjorie está por culminar la carrera de Mercadotecnia que estudia a distancia en el Instituto Superación San Francisco, en Comayagüela.
Reconoce que el trabajo es pesado, pero le motivan los consejos de su madre. “Ella me dice: Luchemos hija, no importa que estemos con esta pala, el día de mañana quiero verla graduada administrando su propia empresa”, cuenta.
“Mi mami es un gran ejemplo, me ha enseñado a luchar y ganarme la vida. Un día se hará realidad su sueño, dar trabajo en nuestra empresa”, anhela.
El sol se apaga detrás de los cerros que circundan la colonia Unión y Esfuerzo, pero en el rostro de esta madre campeona y sus hijos resplandece un espíritu de lucha y superación. (WH)
Fuente: LaTribunahn
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